30 agosto 2007

El Sendero Soriano (I)

Vale, han sido unas laaargas vacaciones, pero ¡qué leches! Las merecía. Entre otras cosas me he pasado una semana y pico recorriendo la provincia de Soria y me ha encantado. Recomiendo a todo el mundo visitar este precioso rincón de España. Como inicio al Sendero, propongo una visita a la página web del Patronato de Turismo de la provincia, llamada Soria ni te la imaginas. Seguiré contando.

04 agosto 2007

Um país que não aprende

El país del que hablo en el título no es España, por raro que parezca, sino Brasil. Ese es el título de la revista Exame, una de las más prestigiosas revistas brasileñas de actualidad; el título, contundente y comprensible, se refiere al accidente del A320 de la compañía TAM en el que murieron 200 personas. Según la revista dicho accidente vino a ser la crónica de una muerte anunciada. No tanto el accidente en concreto, del que aún no se ha llegado a una conclusión oficial (aunque muchos políticos se lanzaron alegremente a culpar al piloto sin tener en cuenta ni el estado de la pista ni el del avión), sino de la catastrófica situación del transporte aereo brasileño, el mayor país latinoamericano y una de las mayores economías del mundo.

Los problemas son varios, pero empiezan como todo por la cima. Los organismos encargados de la regulación aerea en ese país no regulan ni organizan nada y están dirigidos por personajes de perfil político, o sea, puestos a dedo por su fidelidad al gobierno, no por su valía como gestores. Esto es así tanto en el Ministerio da Defesa (Waldir Paris, amigo personal de Lula), en la Agência Nacional de Avição Civil (Milton Zuanzzi, ideólogo del Partido del Trabajo, el gobernante) y en Infraero, el equivalente brasileño de Aena (José Carlos Pereira, que mantiene en el cargo a directores de aeropuertos con causas por corrupción en curso). Todos estos piezas prefieren mirar para otro lado y dejar que las cosas rueden solas... mientras los aviones van cayendo. El del mes pasado es el segundo gran accidente en menos de un año, ya que 154 personas murieron hace diez meses cuando un B737 de Gol chocó contra un jet Legacy sobre la amazonia. A pesar de que entonces el presidente Lula pidió solucciones en menos de 24 horas para soluccionar la crisis del sector, lo cierto es que desde entonces nada se ha hecho por parte de las administraciones, más preocupadas de inagurar terminales de pasajeros grandiosas que de atacar la construcción de la tercera pista del aeropuerto de Congonhas, por ejemplo.

Cualquiera con un mínimo conocimiento del sector hubiese visto que se estaba rifando una catástrofe y que Congonhas (CGH) tenía todas las papeletas: el aeródromo con más movimientos de aviones de toda América del Sur, con pistas cortas, recibiendo aviones de fuselaje ancho, operando muy por encima de su capacidad (18 millones de pasajeros el año pasado, por los 12 que debería), situado en una zona densamente poblada y, para postre, con problemas de mantenimiento de las pistas. Hace 28 años el gobierno brasileño encargó un estudio para regular el tráfico aereo en Sao Paulo, el cual estableció que lo mejor era dejar Congonhas para el puente aereo Sao Paulo-Rio de Janeiro y vuelos hechos con pequeñas aeronaves regionales, que Guarulhos (GRU) se encargase del tráfico doméstico, y que Viracopos (VCP) fuese el gran aeropuerto internacional de la zona. Ni puñetero caso, claro.

Ahora tenemos 200 muertos, el país conmocionado por la inutilidad de sus dirigentes y una compañía (TAM) al borde del desastre; otra más en Brasil, que recordemos que vió como la histórica Varig desaparecía como tal. Y eso que TAM, según los sesudos analistas financieros, era una buena compañía, muy rentable, que cotizaba en la bolsa de Nueva York, saneada y todas esas cosas que se dicen en las juntas de accionistas. Pero como dice Dilbert, cualquier buena noticia para los accionistas es mala para los empleados (los 7 tripulantes del A320, por ejemplo) y no digamos para los consumidores. La gestión de TAM en el antes, durante y después del accidente ha sido de una inutilidad tal que llegó a anunciar a la mujer de un pasajero que éste había fallecido en el accidente... dos días después de haberle enterrado. No todo es cuestión de costes. No puede valer todo en un sector estratégico como la aviación comercial. No se puede consentir que se llegue a una situación como ésta, donde entre todos le mataron y pero él solo se murió. Tomemos buena nota de lo que pasa en Brasil, para que estos errores (¿eh, Doña Magdalena?) u otros parecidos nunca puedan suceder.